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El maltrato, la
burla, la humillación y el acoso, están ahí, aumentando, pero no hay quien se atreva a
decir algo y, como un callejón, sin salida decenas de niños en nuestras escuelas
se encierran en un rincón de sus vidas, por ser víctimas de eso que hoy
conocemos como bullying.
El bullying o
acoso escolar es el ejercicio del dominio sobre una persona que es considerada
vulnerable, por alguna característica física o mental. Generalmente, hay un líder que estimula la agresión de un pequeño grupo
sobre otro compañero, el más ῾bobito’, el más ῾gordito’ o aquellos que
suelen ser diferentes por su condición racial, sexual e incluso por tratarse de
alguien sobresaliente en sus notas.
Para
la psicóloga Aminta Mendoza, el bullying es una combinación entre la agresividad,
la agresión y la violencia. “Cuando hablamos de agresividad nos referimos a
aquellas actitudes de la persona cuando se encuentran en un momento de
frustración, por no conseguir algo o en un enfrentamiento personal; mientras
que la agresión es el acto como tal y que, por supuesto, va acompañado de la
agresividad, a esto se le añade la violencia que es cuando el ataque va con una
intensidad más elevada que, por ejemplo, cuando se llega a dar golpes, patadas
o daños con objetos; en el bullying están
presentes estos tres elementos”.
A
juicio de la experta, esta práctica que comienza
a partir del segundo grado de primaria y que se ha vuelto cada vez más
frecuente en los niveles de secundaria, podría llevarse a cabo de diferentes
formas: sexual, verbal, psicológica y
física.
“A
pesar de que el tipo de bullying más común
es el verbal, que es cuando se expone a la víctima al escarnio público para
evidenciar su debilidad y el físico, que obviamente son golpes, patadas y
empujones; también está el sexual en el que se presentan casos de violaciones o asedios y en el psicológico se
dan hostigamientos, manipulaciones y chantajes”, dijo Mendoza.
Factores incidentes
La adopción de este tipo de conducta en
los niños es motivada por una serie de elementos que entran en juego: la familia, la crianza, los amigos, sus
patrones de vida y el factor más
incidente, la pérdida de valores.
“No
necesariamente el niño debe convivir en un hogar violento para que desarrolle
este tipo de actitudes, puede vivir en el más tranquilo de los hogares, pero los valores que está recibiendo no
podrían ser los más adecuados. Como padres a veces enviamos mensaje a los
hijos sin darnos cuenta del daño que les estamos haciendo “no quiero que te dejes golpear de nadie, porque si tú llegas aquí
golpeado ya verás lo que te pasará”. Todo va a depender, siempre, de la
formación que el niño tenga en valores”, advirtió la orientadora Alba Fuenmayor.
La
voraz evolución del mundo, entre otras cosas más, ha llevado a la pérdida de
los valores, el desarrollo de la tecnología y los mensajes a los que están expuestos
los niños y adolescentes en los medios de comunicación, han motivado
enfáticamente la desenfrenada práctica
del bullying en las escuelas.
“Existen
una serie de factores que han hecho que crezca el bullying en las escuelas, por ejemplo, ahora las madres trabajamos
y no estamos casi en casa, los avances tecnológicos, científicos y la
alimentación, estos son elementos que han ido modificando el comportamiento de los
niños de esta nueva era”, explicó Aminta Mendoza, psicóloga. Es
evidente que quienes lo practican desean mantener este tipo de actos en la
clandestinidad, que les garantice que nada ni nadie podrá acabar con eso que
les hace sentir superiores al resto. Sin embargo, hay indicios que podrían orientar
a los docentes y al personal directivo a descubrir que se encuentran ante la
presencia de un niño bullying.
La docente Rosana Garí asegura que a
pesar de que al niño agresor puede identificar a través de “gestos, miradas y
palabras, con el simple hecho de que el alumno discrimine a otro eso podría ser
una señal para estar más atentos y prevenir la situación”
Consecuencias
Ese sentimiento
de soledad y desesperanza que produce el hecho de ser discriminado y
humillado, por tener alguna característica diferente al resto, ocasiona
inevitables consecuencias en la vida
emocional, personal y social de la víctima.
“Baja
autoestima - que es la principal - miedo,
fobia al colegio, ansiedad a la hora de estar frente a situaciones en las
que se esté generando violencia e incluso hay quienes llegan a concretar el
suicidio”, apuntó Garí.
Tras años de represión y acoso escolar,
quienes han sido víctimas del hostigamiento podrían presentar algún tipo de comportamiento inadecuado o
violento al enfrentarse a la sociedad fuera de la escuela y como una
epidemia se va transmitiendo de un niño a otro.
Para Fuenmayor todo niño que ha sido violentado “en un momento dado se puede
convertir en un líder violentador de niños menores que él, porque esto lo hará
sentir poderoso y es la manera en la que se podrá defender. Por esa razón a la
hora de tratar estos casos es
necesario evaluar tanto al agredido como el agresor, pues todo eso es un
sistema y no se pueden ver como cosas aisladas”,
Otros
componentes
Al hablar de bullying no solo se está remitiendo al maltrato u hostigamiento
que se presente entre los alumnos, este se puede establecer entre cualquiera de
las personas que forman parte de la comunidad escolar. Jorge Urbina, psiquiatra
del Hospital General del Sur de Maracaibo, indicó que tanto la familia, los
alumnos, los obreros, los maestros y profesores “son componentes, con
características psicológicas diferentes, pero que entran en juego en este tipo
de actos violentos y por tanto se deben considerar”.
“Yo recuerdo que cuando era estudiante, aunque
no sabíamos que eso se llamaba bullying,
lo hacíamos con un profesor que era amanerado y cada vez que se volteaba a
escribir le tirábamos algo. Sin embargo, esto no se presenta con todos los
profesores, generalmente se debe tener unas características que lo hace
atractivo”, contó.
Alto al bullying
La responsabilidad de erradicar este mal
de las escuelas, está principalmente en la
formación y el rescate de los valores, así como también en la creación de un ambiente
seguro y armónico en la escuela.
Garí
advirtió que para disminuir el maltrato entre los alumnos, además de considerar
importante el trabajo cooperativo, para reducir los índices de violencia y
agresividad en la escuela, es necesaria “la
formación y orientación a los padres sobre cómo hacer que el niño se integre y
tenga aceptación sobre otros que pueden ser diferentes, que existe la
diversidad, pero a pesar de eso todos pertenecemos a un mismo grupo y fuimos
creados a imagen y semejanza de Dios”.
Hablar
hoy día del Bullying es remitirse a miles de escolares alrededor del mundo que
se esconden detrás de esta realidad, que al igual que otros males de la
sociedad, no distingue entre raza, clases sociales, religiosas y económicas.
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