Sin duda, el lenguaje es
uno de los actos más importantes para la humanidad, pues a través de él es
posible la comunicación humana mediante el intercambio de ideas y experiencias,
que permiten la transformación lingüística de diversas realidades sociales. Entendemos
entonces que el lenguaje es una fuerza transformadora que ayuda a revelar u ocultar los verdaderos
pensamientos del emisor. El miedo a llamar la realidad de los hechos por su
nombre y pasar por vulgares, descorteces, malsonantes o insensibles ha llevado
al ser humano a recurrir a estrategias discursivas que le eviten ser objeto de
rechazo social.
El maquillaje decoroso y la
mitigación de la verdadera intención del hecho a través de la palabra es lo que
se conoce como eufemismo, el cual es definido por el Diccionario de la Real
Academia Española (DRAE) como una “manifestación
suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o
malsonante”. El uso de este recurso expresivo ha llenado el lenguaje de
voces perifrásticas que atenúan o edulcoran el significado de la palabra
sustituida.
Hoy día, en vez de morir
nos vamos a la ‘última morada’ o
‘descansamos en paz’; el ciego ya no es un invidente, ahora es una ‘persona con
discapacidad visual’, el preso un ‘privado
de libertad’ y a la prostituta se le debe considerar ‘mujer pública’, de la vida alegre o ‘dama de compañía’.
Para
Margarita Arribas, profesora de la Escuela de
Comunicación Social de la Universidad del Zulia (LUZ), el eufemismo “es una estrategia discursiva
que utilizamos todos en la cotidianidad, que ayuda a suavizar las cosas
para poder tener un efecto comunicativo mucho más llevadero. Por tanto, es una
figura retórica válida en la comunicación y si no lo utilizáramos probablemente
seríamos unos duros, groseros o tendríamos problemas de comunicación en ciertas
circunstancias”.
El
eufemismo periodístico
Según
relata Julio Somoano, en su trabajo
de investigación “El papel de la radio, la televisión y la prensa en la
normalización en la lengua española del eufemismo, el sequipedalismo y el
malapropismo”, los griegos le decían al cementerio “κοιμητήριον”, “sitio para descansar”,
mientras que los romanos utilizaban verbos para anestesiar conceptualmente a la
paciente familia del fallecido con términos como “perire”
(irse,
salir, desaparecer, perderse), “spirare” (espirar) u “occumbere” (caer, sucumbir).
A
pesar de que estos términos de atenuación lingüística tuvieron su aparición hace
miles de años atrás, actualmente el uso de eufemismo se ha extendido a
distintos campos profesionales, encontrándose buena parte de ellos en los
medios de comunicación, los cuales habitualmente
sustituyen expresiones malsonantes por otras que sugieran una carga positiva
en el lector o televidente.
Es
común que el lenguaje empleado en la construcción de los textos periodísticos
esté matizado con palabras eufemísticas, la que más allá de evitar el uso de
algún tabú, se emplean como una
herramienta lingüística que pretende la cortesía hacia el lector,
salvaguardar la imagen del receptor o quizás constituya una forma de enmascarar
los propios intereses del medio en cuestión.
Aunque
el eufemismo es definido
principalmente como la sustitución de un término impropio por otro con una
carga semántica menos negativa, diversos investigares y expertos en el área
señalan que la prensa tiende a evaluar la realidad de los hechos con el empleo
de este recurso en sus textos, y se vale de él para disfrazar y manipular
elegantemente diversas circunstancias sociales. Al respecto, Arribas opina
que el eufemismo “no necesariamente es
un vicio en el periodismo, el que realmente podría señalarse como tal es
aquel que busca ocultar la realidad, el
que es utilizado como un disfraz por miedo a nombrarlo o porque se quiere
crear una sensación distinta a lo que nombrarlo tendría como propósito”.
Partiendo
de esta perspectiva, es común que en el lenguaje periodístico se hable de ‘reajustes de precios’ por subida de
precios, ‘violencia familiar’ en vez
de violencia machista o feminista,
‘crecimiento negativo’ haciendo referencia al decrecimiento de la Economía.
Ejemplos como estos son los que se denominan estrategias retóricas propias de
la Política.
En
la prensa, así como en el resto de los medios de comunicación, tras cada uso
eufemístico se esconden diversos intereses, principalmente de carácter
político. Esto se debe, según expresa Arribas, a que la prensa venezolana “ha renunciado a su papel de periodismo para
convertirse en propagandistas y aunque los gobiernos pretendan presentar
las cosas de una forma menos dañina para su propia gestión, el periodismo no
tiene porqué hacerle la vocería al Gobierno, pues esto se trata de contar lo que realmente sucede”.
Asimismo, Milagros Socorro,
periodista y columnista del diario El Nacional, aseveró que la belleza “del periodismo es la precisión,
el dato. Es triste que se esconda la realidad que nos cuenta la evidencia o
que se disfrace con eufemismos o por autocensuras dadas por el lenguaje”.
El
abuso del eufemismo
Aunque existe una serie de parámetros y
principios dentro del lenguaje periodístico, uno de los más importantes es la
claridad, ya que el periodista o redactor debe presentar los hechos de forma
que puedan ser interpretados tal y como se
ha planteado que se interpreten. Sin embargo, la naturaleza ambigua del eufemismo podría generar confusión o la
interpretación errada de los hechos. “El
periodista debe tener la capacidad de discernir cuándo el eufemismo es
necesario y cuándo no lo es, porque el
problema del eufemismo en la prensa actualmente es su abuso, ya que nosotros debemos tratar de transmitir el
mensaje con la mayor claridad posible. Por ejemplo, si el eufemismo está
atentando contra la claridad del mensaje se debe entender que en ese caso es
innecesario, ahora si este se utiliza para suavizar y matizar una palabra dura
por otra malsonante bienvenido sea porque va a favorecer la empatía con el
lector”, enfatizó Silvia Fernández, profesora de Morfosintaxis del Castellano de
la Escuela de Comunicación Social de LUZ.
Eufemismo
y sinonimia
Pese
a que el eufemismo es aceptado como una estrategia discursiva que favorece la
relación receptor-emisor, existen casos
en los que su uso es injustificado, ya que se trata de la sustitución
errada del término, quizás por
ignorancia, alarde de un nivel lingüístico superior por parte del redactor,
para seguir algún lugar común o por mero capricho de utilizarlo como recurso
sinonímico, y evitar así la repetición de un mismo término en el texto.
Tras
estudiar el contenido de los diarios
Panorama y El Nacional (Venezuela), se determinó que el eufemismo era
empleado en los textos informativos como
una forma de sinonimia, para no reiterar
una palabra o expresión en el cuerpo de la noticia. Sin embargo, en el quehacer periodístico hay
formas y procedimientos discursivos que permiten evitar la repetición léxica, “se puede utilizar la supresión, la elipsis
y la referencia. En una noticia sobre la universidad no se justifica que se
diga el ‘alma máter’ o en relación
con el agua se hable de ‘vital liquido’, porque no son palabras malsonantes.
Existen otros sustitutos léxicos que pueden hacer referencia a la palabra
mencionada con anterioridad, sin recurrir al uso errado del eufemismo”, sostuvo
Fernández.
¿Morimos
o descansamos?
Muchas
son las causas y propósitos que se le atribuyen al uso de la eufemía en el
habla común y especialmente en la prensa; el más común, la sustitución de voces relacionadas con el sexo, la escatología y la
muerte. En estos casos, resulta agradable, respetuoso y de buen gusto ante
el lector. En relación con esto, en el
mismo estudio, el cual tenía como objeto determinar el uso del eufemismo en los
textos de los diarios antes referidos,
se detalló, con un 56 % que uno de los
diarios de más importancia regional ubica los eufemismos con mayor frecuencia
en las noticias publicadas en su sección de sucesos. Lo que demuestra que estos
medios dan un tratamiento de cortesía y respeto moral a las noticias al
dulcificar la realidad de la muerte con
el apoyo de sus textos en la creencia de la ‘vida o descanso eterno’, expresiones que sirven como consuelo
para explicar lo inexplicable de la vida, la muerte.
A
lo largo de sus noticias, los textos estaban cargados de perífrasis como ‘descanso eterno’, ‘irse del mundo terrenal’, ‘quitarse la
vida’, ‘perder la vida’, ‘dejarnos físicamente’, ‘dar el último adiós’, ‘acabar
con los sueños y la vida’, expresiones que sugerían la inmortalidad del
alma y, por tanto, el disfrute de una compañía o estado divino mucho más
tranquilo que el terrenal.
Tal
y como afirma Joan Busquet en su
obra “La utilización del lenguaje para enmascarar la realidad (¿Hay que cambiar
las palabras para cambiar las cosas?)”, “la lengua no es un dominio de nadie,
sino propiedad de todos, y su mejor virtud es que sirva para el entendimiento
del mayor número de personas durante el mayor tiempo posible”. En consecuencia,
‒añade el autor‒ “no sucumbamos, pues, a los encantos de las trapacerías
lingüísticas ni demos acomodo a los huéspedes indeseables o superfluos del
lenguaje, como los eufemismos y las añagazas y emboscadas de la corrección
política. (…) Ni que las palabras y sus sombras, como dice Benedetti, ‘nos mientan,
nos olviden y nos pudran’”.
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