Periodismo/ @Kronopio2
Las vivencias de Biodanza
buscan estimular la vitalidad, la creatividad, la sexualidad, la comunicación
afectiva entre las personas y el sentido de pertenencia al universo, a través
de la música, el movimiento y la emoción.
En un lugar iluminado y con deliciosos olores de velas aromáticas, un
grupo de personas busca compartir experiencias a través de vivencias que abren
posibilidades para escuchar y aportar bienestar a la tranquilidad del alma; es
uno de esos espacios pocos perceptibles con el estrés del día a día, que
envuelve a más de uno en las ciudades. Es un sitio lleno de armonía y sonrisas
ajenas, donde el sentir interno compone el esquema corporal.
Para directora de la Escuela Venezolana de Biodanza en el Zulia (EVBZ), Maria Dolores Diaz, la biodanza es “un sistema
de crecimiento personal orientado al estudio y fortalecimiento de la expresión
de las potencialidades humanas a través de la música, ejercicios de
comunicación en grupo, que brinda la oportunidad de sentirte renacido en un
cuerpo energético, tanto así, que se puede comparar como ese pájaro mitológico,
el ave Fénix, con la capacidad de renacer de sus propias cenizas; así, es la
biodanza, una fuerza de purificación física y espiritual”.
Estudios de origen
Según las investigaciones y experiencias clínicas realizadas a pacientes
psiquiátricos, el maestro Chileno, creador del sistema biodanza, Rolando Toro,
puntualizó a través de los estudios basadas en fuentes Antropológicas y Etiológicas,
que “la biodanza se estructura de acuerdo con un modelo teórico- científico, de
carácter biológico, partiendo del potencial genético inherente a los seres
humanos, en lo cual propone cinco grandes líneas de vivencias o necesidades
vitales diferenciadas que las llamó: líneas de vitalidad, sexualidad,
creatividad, afectividad y trascendencia; las cuales permiten y estimulan el
desarrollo de ese potencial genético.
Dicho de otra manera, esas cinco líneas
abarcan la totalidad de nuestras vidas: desarrollo, expresión y nos indican
nuestro grado de salud e integración”.
Diferencias con la danza
La psicóloga clínica, facilitadora de
biodanza y psicoterapeuta familiar sistémica, Irma Peña, define la biodanza como: “un movimiento integrado pleno de sentido”.
A
juicio de la experta, ésta práctica suele diferenciarse a la danza ya
que “No vincula al cuerpo con el esfuerzo, ni con el ponerse a prueba,
sino que pone en escena el cuerpo viviente, en su simplicidad y en su pureza,
respetando sus posibilidades y limitaciones”.
También expuso
que “la práctica de la biodanza no está en los músculos que se esculpen,
ni siquiera en la belleza de las formas de los movimientos, sino en despertar
en sí mismo el don de la expresión, incluyendo las potencialidades de los
sentidos y de la sensibilidad que el trayecto de la existencia revela”,
dijo.
Mientras que
“la danza está asociada al concepto de baile o gimnasio repetitivo mecánico del
cuerpo”, expuso el profesor de danza, Luis
caridad.
Beneficios de la biodanza
Según la
psicóloga Irma Peña, la biodanza ofrece
beneficios en tres niveles: corporal, orgánico y existencial.
En lo corporal, “facilita la integración del esquema físico mediante
experiencias de elasticidad, extensión, ímpetu vital, coordinación, equilibrio
y fluidez del movimiento, percepción táctil-cenestésica, visual cenestésica,
cenestésico-musical, y espacial - el propio espacio, el espacio del otro, el
espacio grupal, el espacio ecológico. Todo esto contribuye a tener una
corporalidad armónica”.
Con respecto a lo orgánico, “promueve el reaprendizaje de la auto
regulación respiratoria, los ritmos de actividad, descanso y la alimentación.
Esto restituye y facilita la capacidad orgánica de auto-renovación que se
pierde con los altos niveles de ansiedad y estrés”.
En cuanto a lo existencial, “mediante experiencias de interiorización,
fortalecimiento de la sensación de confianza en sí mismo, descubrimiento y
diálogo interno con las propias potencialidades para la transformación,
facilita la apertura a un replanteamiento de proyecto de vida en términos de
vocación, pareja y familia, lugar donde se habita, escuchando las voces
interiores y adaptándonos sanamente a las inclinaciones colectivas, sin
violentar las necesidades individuales”, finalizó Peña.
Sistema transformador
Para la alumna Paola Field,
“las vivencias inducidas en las sesiones de biodanza tienen un alto potencial
integrador cuerpo y mente, conectan con un lenguaje arquetípico, crean en la
persona una nueva sensibilidad hacia sí misma, hacia los demás y hacia la
vida”.
Además de lograr la vivencia de la integridad, prosperidad, suavidad,
afectividad; la práctica de biodanza estimula mejor el organismo, ya que “ayuda
a prevenir y disminuir los efectos negativos producidos por enfermedades
causadas por el estrés: enfermedades cardiovasculares, problemas respiratorios,
trastornos digestivos, dolores de cabeza, mejora la educación sexual,
sensaciones de soledad, aislamiento, depresión, cultivando el sentirse parte
del universo en el que vive. Cultiva la espiritualidad”, afirmó Field.
Las personas que practican la biodanza gozan de una armoniosa salud,
producto a estas vivencias y actividades corporales. Las caricias, besos, integración,
trance, también son factores sumamente importante para la restauración
personal y grupal.
Para la alumna Nelly Hurtado,
“es una experiencia extraordinaria que la ha ayudado a encontrar salud de
nuevo, antes de comenzar a biodanzar sentía mucho dolor a nivel físico, tenía
más peso de lo que debía y todo eso ha ido desapareciendo”; “voy mejor al
baño, duermo mejor, todo lo que tiene que ver con auto regulación”, apunto.
Lo que propone la Biodanza, es que cada persona paulatinamente sea
responsable de su propio crecimiento personal, que sea capaz de integrar todos
estos aspectos en su vida cotidiana, que pueda crear nuevas motivaciones para
vivir y sobretodo que mantenga un estilo de vida basado en la salud y
bienestar.
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