Por: Yulimar Pineda
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Residencia Universitaria El Olivar |
Desde el momento en el que
los bachilleres foráneos deciden cursar sus estudios universitarios en
Maracaibo, se enfrentan a una serie de retos. Buscar vivienda es el primer
obstáculo. Algunos vienen y, directamente, alquilan residencias privadas, pero
en la actualidad, el programa de residencias de la Universidad del Zulia (LUZ)
también se ha convertido en una buena
opción para estos alumnos.
“Si eres foráneo y deseas
obtener una residencia primero debes llenar una planilla de solicitud mediante la pagina de DIDSE. Después
consignar, en la oficina de ese departamento, una
fotografía tipo carnet, la fotocopia de la partida de nacimiento, comprobante
de inscripción, constancia de notas o macur, fotocopia de la planilla OPSU (nuevos
ingresos) y constancias (originales y vigentes) de la residencia y del
responsable económico”, indica la trabajadora social del programa de
residencias, Elfidia Rodríguez.
Quienes estén en viviendas
privadas tienen, igualmente, la posibilidad de obtener una residencia de LUZ.
¡Soy residente con
beneficios!
Una vez aceptados por el
programa de residencias, los bachilleres gozan de varios beneficios que, seguramente, quisieran tener los
que se residencian de forma privada. Los estudiantes subrayaron tres: la subvención monetaria, los bienes
de inmueble y servicio hospitalario.
Al respecto, Rodríguez
aseveró: “los estudiantes solo pagan los servicios básicos, se dividen los
gastos entre la capacidad de estudiantes que tenga la residencia.” En cuanto a
los bienes y acondicionamiento, manifiestan que son aceptables. “Yo vivo
en la residencia “El Olivar”, y allí tenemos prácticamente todo: lavadero,
concina, televisión, computadora, aire acondicionado y camas. Todas las
habitaciones están bien acondicionadas y habilitadas para dos personas”, dijo
Díaz.
Por otro lado, en caso de accidentes, la universidad
también se hace responsable de
los residenciados, si el
accidente es muy grave y no tienen parientes a los que puedan acudir. “Una
vez yo estaba adornando la puerta de la residencia y me cayó pega en los ojos.
Me dirigí con mi compañera de habitación al Hospital Universitario de
Maracaibo. Allí me autorizaron y me remitieron a una clínica y yo no cancelé
nada, solo presenté carnet y cédula. Los gastos los pagó la universidad”
expresó Ana Castillo, estudiante foránea y habitante de la residencia de Luz
“Lourdes”.
Los tragos amargos de la
estadía
Como residentes, los bachilleres también
experimentan diversas situaciones negativas. La primera desventaja de su
estadía es la inseguridad, pues las viviendas aunque estén vigiladas no están
exentas de ser rodeadas por delincuentes y/o violadores.
Recientemente, la prensa marabina refirió el caso de de la
residencia “Mi Santa”, en la que habitan dieciocho estudiantes, que denuncian
un saldo de atraco semanal. “Nos atracan en horas de la tarde, entre las
4:00 y 5:00 pm, no denunciamos, porque sentimos que a nadie le interesa
nuestra situación”, refirió María Salas, estudiante de ingeniería mecánica.
Luego, le sigue la
alimentación, pues si hay
recursos, en Navidad, la universidad envía comida navideña, pero solo ocurre en
esa temporada. “Yo me pongo de acuerdo con mi compañera para hacer mercado,
porque la universidad
lo que te brinda para alimentarte es el comedor, pero si son días de clase hay
que comprar comida”, manifestó Brigida Gómez, residente de “Los Olivos”.
Además de estas
desventajas, está la escasez de agua. No llega continuamente. “Sufrí mucho
al saber que no había agua, pues cómo hacia para ir a clases, eso es lo
único malo para mí, racionan
mucho el agua”, expuso Castillo.
Es importante destacar
que, a pesar de las desventajas que se evidencian en las residencias de LUZ, existen viviendas privadas que no
cubren las necesidades básicas para su alquiler, aun cuando deben ofrecer
servicios idóneos porque no son gratuitas.
Liseth Araujo, exhabitante
de la residencia privada “La Estancia” solo
gozaba de cama, cocina y lavadero. No tenía televisión ni aire acondicionado y
el baño lo compartía con más de cinco personas.
La adaptación es otro
punto difícil para estudiantes residenciados de forma privada o con LUZ. Ana Castillo contó que
al principio se le hizo difícil adaptarse a la vida de residente, pues ahí no
está ni su mamá ni papá ni hermanos que le ayuden con sus cosas. Debe asumir su vida independiente.
“Si te caes, te levantas
solo y sigues. Tu única
familia son tus compañeros de residencia”, resaltó la joven que, poco a
poco, se fue acostumbrando y conociendo gente.
Como ella hay muchos
estudiantes residentes que les toca buscar una forma de adaptación al sitio y
al grupo con quienes conviven para poder alcanzar su profesión.
Entre clase y clase,
búsqueda de libros y compañeros se les va el tiempo y cuando se dan cuenta ya
se graduarán y quieren dejar de ver a sus amigos y pasar a otra etapa de la
vida.
Foto: Cortesía El mundo de la Noticia
Gráfico: Yulimar Pineda
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