domingo, 3 de marzo de 2013

Reportaje: Residentes universitarios, una vida que se debate entre lo dulce y lo amargo


Por: Yulimar Pineda
Artículos/@yuliPnda

Residencia Universitaria El Olivar 
Desde el momento en el que los bachilleres foráneos deciden cursar sus estudios universitarios en Maracaibo, se enfrentan a una serie de retos. Buscar vivienda es el primer obstáculo. Algunos vienen y, directamente, alquilan residencias privadas, pero en la actualidad, el programa de residencias de la Universidad del Zulia (LUZ) también  se ha convertido en una buena opción para estos alumnos.

Con 7 residencias, ubicadas cerca del núcleo universitario, el programa de residencias de LUZ beneficia a 146 estudiantes, al solucionar su problema de vivienda, según el sitio web de la Dirección y Desarrollo de Servicios Estudiantiles (DIDSE). La idea del beneficio comenzó con una residencia en la sede del edificio del Rectorado (antigua sede). Posteriormente, se mudaron para el Edificio Ciencia y Salud y ahora buscan viviendas alquiladas.


“Si eres foráneo y deseas obtener una residencia primero debes llenar una planilla de solicitud mediante la pagina de DIDSE. Después consignar, en la oficina de ese departamento, una fotografía tipo carnet, la fotocopia de la partida de nacimiento, comprobante de inscripción, constancia de notas o macur, fotocopia de la planilla OPSU (nuevos ingresos) y constancias (originales y vigentes) de la residencia y del responsable económico”, indica la trabajadora social del programa de residencias, Elfidia Rodríguez.

Quienes estén en viviendas privadas tienen, igualmente, la posibilidad de obtener una residencia de LUZ.


¡Soy residente con beneficios!


Una vez aceptados por el programa de residencias, los bachilleres gozan de varios beneficios que, seguramente, quisieran tener los que se residencian de forma privada. Los estudiantes subrayaron tres: la subvención monetaria, los bienes de inmueble y servicio hospitalario.


Andreina Díaz, residente en la urbanización “Los Olivos” y beneficiaria del programa, comentó que uno de los beneficios que se les otorga es un bono o subvención para gastos y servicios públicos. Pues, la universidad solo se ocupa de brindarle alojamiento y ella debe pagar recibo de luz, agua, gas y aseo urbano. 

Al respecto, Rodríguez aseveró: “los estudiantes solo pagan los servicios básicos, se dividen los gastos entre la capacidad de estudiantes que tenga la residencia.” En cuanto a los bienes y acondicionamiento, manifiestan que son aceptables. “Yo vivo en la residencia “El Olivar”, y allí tenemos prácticamente todo: lavadero, concina, televisión, computadora, aire acondicionado y camas. Todas las habitaciones están bien acondicionadas y habilitadas para dos personas”, dijo Díaz.

Por otro lado, en caso de accidentes, la universidad también se hace responsable de los residenciados, si el accidente es muy grave y no tienen parientes a los que puedan acudir. “Una vez yo estaba adornando la puerta de la residencia y me cayó pega en los ojos. Me dirigí con mi compañera de habitación al Hospital Universitario de Maracaibo. Allí me autorizaron y me remitieron a una clínica y yo no cancelé nada, solo presenté carnet y cédula. Los gastos los pagó la universidad” expresó Ana Castillo, estudiante foránea y habitante de la residencia de Luz “Lourdes”.

Los tragos amargos de la estadía


Como residentes, los bachilleres también experimentan diversas situaciones negativas. La primera desventaja de su estadía es la inseguridad, pues las viviendas aunque estén vigiladas no están exentas de ser rodeadas por delincuentes y/o violadores. 

Recientemente, la prensa marabina refirió el caso de de la residencia “Mi Santa”, en la que habitan dieciocho estudiantes, que denuncian un saldo de atraco semanal. “Nos atracan en horas de la tarde, entre las 4:00 y 5:00 pm, no denunciamos, porque sentimos que a nadie le interesa nuestra situación”, refirió María Salas, estudiante de ingeniería mecánica.

Luego, le sigue la alimentación, pues si hay recursos, en Navidad, la universidad envía comida navideña, pero solo ocurre en esa temporada. “Yo me pongo de acuerdo con mi compañera para hacer mercado, porque la universidad lo que te brinda para alimentarte es el comedor, pero si son días de clase hay que comprar comida”, manifestó Brigida Gómez, residente de “Los Olivos”.


Además de estas desventajas, está la escasez de agua. No llega continuamente. “Sufrí mucho al saber que no había agua, pues cómo hacia para ir a clases, eso es lo único malo para mí, racionan mucho el agua”, expuso Castillo.


Es importante destacar que, a pesar de las desventajas que se evidencian en las residencias de LUZ, existen viviendas privadas que no cubren las necesidades básicas para su alquiler, aun cuando deben ofrecer servicios idóneos porque no son gratuitas.


Liseth Araujo, exhabitante de la residencia privada “La Estancia” solo gozaba de cama, cocina y lavadero. No tenía televisión ni aire acondicionado y el baño lo compartía con más de cinco personas.


La adaptación es otro punto difícil para estudiantes residenciados de forma privada o con LUZ. Ana Castillo contó que al principio se le hizo difícil adaptarse a la vida de residente, pues ahí no está ni su mamá ni papá ni hermanos que le ayuden con sus cosas. Debe asumir su vida independiente.


“Si te caes, te levantas solo y sigues. Tu única familia son tus compañeros de residencia”, resaltó la joven que, poco a poco, se fue acostumbrando y conociendo gente.

Como ella hay muchos estudiantes residentes que les toca buscar una forma de adaptación al sitio y al grupo con quienes conviven para poder alcanzar su profesión.

Entre clase y clase, búsqueda de libros y compañeros se les va el tiempo y cuando se dan cuenta ya se graduarán y quieren dejar de ver a sus amigos y pasar a otra etapa de la vida.


Foto: Cortesía El mundo de la Noticia 
Gráfico: Yulimar Pineda 

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