miércoles, 21 de noviembre de 2012

Un caballero noble de la edad media: Mío Cid campeador (Parte II)

Por: Elseny Martínez 
Literatura/@elsenyelisel



En la edad media todo se desarrolla alrededor de lo religioso, por eso este fragmento es la confirmación de lo divino, de lo religioso cristiano. Y al mismo tiempo certifica lo dicho por Peña y Yepez en relación con lo maravilloso cristiano en la era medieval.

También en el poema encontramos rasgos de la oralidad. Esta obra era cantada por muchos juglares, lo cual resalta su carácter anónimo. Para proseguir con la historia, el poeta atribuye diálogos a los personajes. De esa forma intercambia conversaciones entre los actores de la trama mientras va tejiendo la fábula. Lo evidenciamos en frases como estas:


“El campeador habló lo que ahora me oiréis contar:”
“Oid ahora lo que el bueno de Álvar Fáñez quiso hablar:”
“Y así como oiréis ahora, así comenzaba a hablar:”  

Los medievales  imponen la fe sobre la razón. Por eso vemos que a pesar de todos los males que apremiaron al Cid, este nunca desfalleció. Su fe siempre estuvo puesta en lo invisible, en lo intocable. Creía firmemente que la divinidad lo protegía aunque el rey Don Alfonso VI le hubiera desechado. El rey, ese ser humano coronado por derecho divino. Ese representante inminente del absolutismo español, el mismo que lo echó de sus tierras y lo apartó de sus gentes, el que lo condenó al exilio y quien amenazó con matarlo si al cabo del plazo no salía de Castilla y León. Don Alfonso VI, ese monarca que pidió a sus hijas para casarlas con infantes de Carrión, los mimos cobardes que huyeron ante la ferocidad del león y que vengaron las burlas del ejército del Cid escarneciendo y humillando a Doña Elvira y Doña Sol, sometiéndolas a golpizas y dejándolas desnudas obligadas a pasar por la mayor de las vergüenzas.

Sin embargo, el Cid campeador lo veía como el representante de Dios. Seguía obediente y sumiso, como todo buen vasallo ante su gran señor. No guardó odio ni rencor, al contrario lo llenó de regalos y se humilló ante él para pedir perdón. Un perdón absurdo porque nada malo hizo el Cid para con su señor. ¿Qué ser humano soporta todo eso? Solo a través de la fe, lo invisible, muchos se atreven. Y es que las religiones dan para todo eso.

En el cantar de las bodas de las hijas del Cid, el obispo Jerónimo dice esto:
“El que en la lucha muriere peleando cara a cara
          de sus pecados le absuelvo y Dios acogerá su alma”.

¿Y así quién le teme a la muerte? Con una fe constante y un puesto asegurado en el paraíso cualquiera es capaz. Lo mismo piensan los musulmanes: Alá es el único Dios. Si matan gente en defensa del islamismo Alá los recibirá en su seno. Y qué decir de los judíos, aunque menores en fuerzas tienen mucho dinero; también son fieles a sus creencias. 

Además del lado de los cristianos se imponía el idealismo de la caballería. El historiador francés León Gautier sintetizó los deberes de los caballeros en diez mandamientos:

I.              Creerás en todo cuanto enseña la santa madre iglesia y obedecerás todos sus mandamientos.
II.            Protegerás a la iglesia.
III.           Respetarás a los débiles y serás su protector.
IV.          Amarás al país donde has nacido.
V.           No retrocederás ante el enemigo.
VI.          Declararas a los infieles una guerra sin tregua y sin cuartel.
VII.         Cumplirás con tus deberes feudales, si no son contrarios a la ley de Dios.
VIII.       No mentirás; cumplirás con la palabra dada.
IX.          Serás liberal y magnánimo con todos.
X.           En todas partes, y siempre, serás el paladín de la ley y del bien contra la justicia y el mal.

Todo esto implicaba un gran compromiso con la religión. Sí, podían ser buenos y magnánimos con todos, pero ese “todos” solo incluía a los cristianos. Los demás mortales que fuesen incrédulos o devotos de otra religión, y que se negaran a renunciar a ella, estaban condenados a morir a filo de espada o lanza. Lo mismo sucedía con respecto al islamismo. Ser malo significaba no profesar la misma creencia que moros o cristianos, eso convertía a cualquiera en enemigo, y los caballeros no retrocedían ante ellos. Su deber era proteger a la iglesia y creer y obedecer  todo lo que ella demandaba. También tenían sentido nacionalista pero parecía una pantomima para ocultar las intenciones firmes de proteger y ganar más territorios. Territorios que significaban más dinero, más ganancia para una sociedad estamental en la que la punta de lanza estaba liderada por el Rey, el clero y la nobleza. El final de la pirámide estaba poblada por el vulgo, los campesinos, los soldados y los caballeros; los peones del ajedrez.

De hecho, cuando las cruzadas fueron iniciadas, Urbano II, el papa, fue quien aupó a aquellas gentes cristianas para que corrieran sin tregua a la batalla. Según Carl Grimberg (1988), en noviembre de 1095, reunió en la catedral de Clermon Ferrand a muchos obispos y dictó medidas importantes relacionadas con la religión. Parte de su discurso decía:“Turcos y persas, árabes y agarenos han invadido Antioquia, Nicea e incluso Jerusalén, que guarda el sepulcro de Cristo, y otras ciudades cristianas, y ya han desplegado sus inmensas fuerzas contra el imperio de los griegos. Dueños absolutos de Palestina y Siria, han destruido las basílicas e inmolado a los cristianos como si fueran animales. Las iglesias, donde se celebra el divino sacrificio, han sido convertidas por los paganos en establos para sus bestias”.

Todos los caballeros se entusiasmaron ya que además de salvar el alma, cumplir con la iglesia y probar su honor y valentía; también podían asegurarse grandes botines y tierras al vencer en la guerra. Con mucha razón dicen que la fe mueve montañas; claro, para muestra está la edad media.

Sin embargo, muchos de estos hombres no se movían por la codicia, había un sentido muy espiritual. Una preocupación por el alma. Y es que lo vemos al leer el poema de Mío Cid campeador, porque nunca nos dan una descripción física de si era bonito o feo, fornido o flacuchento. Siempre se describe al héroe con cualidades invisibles. Invisibles porque no se pueden ver en lo físico sino que se aprecian en la personalidad. Rasgos que solo nos imaginamos en personas buenas, generosas, bondadosas, amantes de la justicia y el bien. No solo en el personaje principal vemos cualidades inigualables, también en sus seguidores.

Álvar Fánez de Minaya, ese era un ejemplo de lealtad. Minaya acompañó al Cid desde el inicio, pasó con él los peores y los mejores momentos. Esto nos da una idea de lo importante que era el honor, la lealtad y la fidelidad entre un vasallo y su señor, pero sobre todo, de un amigo a otro. Porque Minaya no solo era un soldado en las huestes del Cid, no. Minaya era el hombre de confianza, la mano derecha, el mejor amigo del campeador. El amigo que parecía hermano, que con él todas sus batallas guerreó.

Y si de sometimiento y obediencia hablamos no hay que olvidar a doña Jimena, doña Elvira y doña Sol. Esas tres mujeres callaban y obedecían en todo al Cid. Además, difícilmente, si protestaban les harían caso porque en la edad media la mujer –para ser francos- valía muy poco. Eso se evidencia en el cantar de la afrenta de Corpes cuando los infantes maltratan a sus esposas y las abandonan desnudas a la buena de Dios. De hecho, en plena corte, uno de los infantes se atreve a decir que ni de mancebas (amantes) valía la pena tomarlas. Con todo y que se hizo justicia, las mujeres ni si quiera asistieron al juicio que se realizó para recuperar su honra. Y para colmo, luego viene el rey y las pide de nuevo al Cid para que se casaran con otros infantes de Navarra y Aragón. Como el Cid es ejemplo de obediencia no se hizo esperar su voz, y volvieron a casarse doña Elvira y doña Sol. Sin conocer a sus maridos, así se casaron las dos.

También está la contra parte de la perfección.  El Rey Don Alfonso VI, el representante de Dios, se dejó influenciar por lo que decían los demás, por las habladurías de la gente él le hizo mal al Cid. ¿Cuántas veces vemos esto en la realidad? Gente que se deja llevar por lo que dicen los demás y no averigua por sus propios medios la verdad. Es un hecho muy humano a pesar de que lo veamos en el cantar de un juglar. Y qué decir de la cobardía de los infantes de Carrión, ellos que se aprovecharon de la debilidad de dos mujeres. ¿Por qué no se enfrentaron al Cid campeador? Sencillo, era más fácil vencer a dos damas que a un soldado avezado en guerras y batallas.  

Muchos seres humanos son así, cobardes. Lo paradójico de la historia radica en que queriéndose vengar de las burlas del ejercito del Cid, por llamarles cobardes, los infantes probaron que sí, que eran un par de gallinas. Pero la cobardía es un sentimiento de lo más humano, muchos sentimos temor o miedo cuando nos encontramos en situaciones determinadas. Pero casi era un pecado que un soldado medieval admitiera su cobardía, era un estigma de la época ser valiente ante todos y ante todo. De hecho, cuando el Cid reclama las espadas Colada y Tizona dice que las ganó a “lo macho, a lo varón”. Es decir, que ser varón significaba atacar con fuerza bruta a todo enemigo que se atravesara. Destazarlo, destruirlo. Al Cid no se le quita mérito pues muchas batallas libró en la lid para tener sus espadas muy bien ganadas; pero, estas palabras pueden explicar porqué algunos hombres temían expresar el miedo que sentían al verse cercados por fuerzas enemigas que venían por sus cabezas.

Nada más natural que el miedo en los seres humanos, hasta el mismo Jesús lo tuvo en algún momento. Pero había que tener los pantalones bien puestos para admitir el miedo o para enfrentar con gallardía al enemigo. Por cualquier arista que se mirara, era difícil la situación.


El poema de Mío Cid es el reflejo de la sociedad medieval, de sus costumbres, de sus creencias; de sus aciertos y sus errores. Pero muy en el fondo también representa la realidad de los seres humanos. Esa necesidad que tenemos algunos de creer en algo o en alguien superior. Esa esperanza de que alguien nos ayude desde algún lugar. Ese pavor a no saber qué pasara después de la muerte. Ese temor a lo desconocido, al destierro.

2 comentarios:

  1. Buen blog!

    He aqui un resumen de la influencia del personaje en el ámbito musical:

    LUIS FONSI - La Fuerza del Corazón
    http://www.youtube.com/watch?v=8lXNe_Ubnjk

    SIGNAL BLADE - El Exilio
    http://www.youtube.com/watch?v=GBfND4w4FZU

    AVALANCH - El Cid
    http://www.youtube.com/watch?v=eT1nocnBRto

    TIERRA SANTA -Legendario
    http://www.youtube.com/watch?v=k09M7soYHNY

    DARK MOOR - Mio Cid
    http://www.youtube.com/watch?v=iLWeTaaj6z8

    FOLKODIA - El Cid The Champion
    http://www.youtube.com/watch?v=Evaj-DbFBXA

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    1. Muchas gracias por tu comentario y aporte. :) Me alegra que te guste el blog!

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