sábado, 2 de noviembre de 2013

Una carta al Caballero de la carreta (Parte II)


Por: Elseny Martinez
Literatura/@elsenyelisel


Así, ante la villanía de Maleagante y la imposibilidad del Senescal de regresar a la reina junto a Arturo, emprenderá un viaje sin un rumbo geográfico fijo, irá tras el rastro del infame buscando a la prisionera. El camino dependerá de las pistas que encuentre siempre que estas lo lleven a Ginebra. Ciudades, pueblos y cortes encantadas lejos de una ubicación especifica; expuesto a los maravillosos prodigios que le aligeraran o dificultarán la travesía.

Lejos de caballeros como el Cid de Vivar que presentan una leyenda con un lugar ubicado en el mapa de España; Francia sabrá de Lancelot y sus aventuras más por sus hazañas que por el lugar donde las ejecute, importa más la acción que el ambiente, si usted me entiende.


Sabe, lo que más admiro de su creador es que a diferencia de algunos novelistas más actuales, le importa poco el tiempo. Existe una noción de tiempo y espacio proveniente de las descripciones de lugares y personas. Es decir, la historia se ubica en el periodo medieval, porque la narración se encuentra enmarcada en el periodo de las cortes,  pero no porque Chrétien de Troyes haya gastado mucho seso en tramar esa parte del cuento.

El tiempo es pasado, pero un pasado nada concreto, es más bien impreciso. Y cuando hablo de pasado, tenga en cuenta de que para mí lo es. Usted está por vivir la más grande de sus aventuras por amor.

Una vez leí los diez mandamientos de la caballería, sabe, y había tantas órdenes traídas de la religión que por un momento pensé que quien tomara las armas como caballero debía ser un hombre casi igual a un clérigo medieval. Sí, usted cree en Dios. De hecho hay varios documentos donde los caballeros son vistos como una figura crística: Alguien sumiso, obediente y valeroso, pero usted no profesa todo eso a Dios, yo diría que usted es todo eso en relación con su señora Ginebra. Claro, ¡qué va a saber una chica del futuro sobre eso!, pero admita que su adoración es extrema y perdone mi atrevimiento, no quiera usted decapitarme en este mismo instante.

Sabe, al final todo eso que tratan de ocultar será tan notorio. El amor se nota aunque uno luche por esconderlo. Y aunque no pueda asegurar que sentí amor alguna vez, puedo decirle honestamente  que  ama más a Ginebra de lo que ella a usted.

Otra cosa, dentro de algún tiempo, cuando llegue la modernidad al mundo, no importará mucho si una mujer casada se va con otro que no sea su marido. Es decir, moralmente al principio será criticada pero luego pasará como todo. Vea, imagino que conoce la figura del divorcio, fíjese, que en mi época es lo más natural cuando un hombre y una mujer ya no se aman como al inicio de la relación. Esos amores sufridos donde predominaba el sacrifico, con el tiempo irán  desapareciendo. Para bien o para mal el mundo da la vuelta a la página y todo cambia.

El amor cortes dominado por la pasión y donde solo los enamorados pueden verse a escondidas seguirá, además eso de romper las reglas nunca pasa de moda. Se siente uno como más excitado y en riesgo.

Habrá un tiempo en que a nadie le importará decir su verdad, confesar ante el mundo lo que es sin miedo al juicio de los demás. Y aunque haya quienes detracten de la idea, otros simplemente nos dejaremos llevar por la corriente de los cambios del siglo XXI. 

Y no es que se haya perdido la vergüenza o el respeto por los demás, verá usted, con estos nuevos vientos de libertad y modernismo junto a la era digital; aunque no hemos cambiado en nuestras necesidades primordiales como la comida, la comunicación y el sexo, la verdad es que la humanidad ha aceptado situaciones que es muy posible que en su época la santa inquisición nos hubiese juzgado por herejes.

Tal vez la humanidad no es mejor o peor que antes, tal vez en su tiempo había cosas mejores que en el mio, pero esto mi amigo, es lo que nos tocó a ambos. Y disculpe, no siento haber cumplido mi objetivo, ¿pero para qué explicarle al gran protagonista su historia?

Es mejor que de aquí en lo que viene usted la viva, porque al final eso es lo único que importa: Vivir, así sea para morir de amor. Y perdone lo cursi, si es que conoce la palabra.

Su amiga

Elseny.


Bibliografía:
- Chrétien de Troyes, El caballero de la carreta
-Mi pequeño Larrouse, Diccionario enciclopédico. Editorial Espasa Calpe.
-Peña Hurtado Raul, Yepez Luis Rafael, Manual lengua y literatura. Editorial Escolar 1988.

No hay comentarios:

Publicar un comentario