Por: Elseny Martinez
Literatura/@elsenyelisel
Así, ante la villanía de Maleagante y la
imposibilidad del Senescal de regresar a la reina junto a Arturo, emprenderá un
viaje sin un rumbo geográfico fijo, irá tras el rastro del infame buscando a la
prisionera. El camino dependerá de las
pistas que encuentre siempre que estas lo lleven a Ginebra. Ciudades,
pueblos y cortes encantadas lejos de una ubicación especifica; expuesto a los
maravillosos prodigios que le aligeraran o dificultarán la travesía.
Lejos de
caballeros como el Cid de Vivar que presentan una leyenda con un lugar ubicado
en el mapa de España; Francia sabrá de Lancelot y sus aventuras
más por sus hazañas que por el lugar donde las ejecute, importa más la acción
que el ambiente, si usted me entiende.
Sabe, lo que más admiro de su creador es que
a diferencia de algunos novelistas más actuales, le importa poco el tiempo. Existe una noción de tiempo y espacio
proveniente de las descripciones de lugares y personas. Es decir, la
historia se ubica en el periodo medieval,
porque la narración se encuentra enmarcada en el periodo de las cortes, pero no porque Chrétien de Troyes haya
gastado mucho seso en tramar esa parte del cuento.
El tiempo
es pasado, pero un pasado nada concreto, es más bien impreciso. Y cuando
hablo de pasado, tenga en cuenta de que para mí lo es. Usted está por vivir la
más grande de sus aventuras por amor.
Una vez leí los diez mandamientos de la caballería,
sabe, y había tantas órdenes traídas de la religión que por un momento pensé
que quien tomara las armas como caballero debía ser un hombre casi igual a un
clérigo medieval. Sí, usted cree en Dios. De hecho hay varios documentos donde
los caballeros son vistos como una figura crística: Alguien sumiso, obediente y
valeroso, pero usted no profesa todo eso a Dios, yo diría que usted es todo eso
en relación con su señora Ginebra. Claro, ¡qué
va a saber una chica del futuro sobre eso!, pero admita que su adoración es
extrema y perdone mi atrevimiento, no quiera usted decapitarme en este mismo
instante.
Sabe, al final todo eso que tratan de ocultar
será tan notorio. El amor se nota aunque
uno luche por esconderlo. Y aunque no pueda asegurar que sentí amor alguna
vez, puedo decirle honestamente que ama más a Ginebra de lo que ella a usted.
Otra cosa, dentro de algún tiempo, cuando
llegue la modernidad al mundo, no importará mucho si una mujer casada se va con
otro que no sea su marido. Es decir, moralmente al principio será criticada
pero luego pasará como todo. Vea,
imagino que conoce la figura del divorcio, fíjese, que en mi época es lo
más natural cuando un hombre y una mujer ya no se aman como al inicio de la
relación. Esos amores sufridos donde predominaba el sacrifico, con el tiempo
irán desapareciendo. Para bien o para
mal el mundo da la vuelta a la página y todo cambia.
El amor
cortes dominado por la pasión y donde solo los enamorados pueden verse a
escondidas seguirá, además eso de romper las reglas nunca pasa de
moda. Se siente uno como más excitado y en riesgo.
Habrá un tiempo en que a nadie le importará
decir su verdad, confesar ante el mundo lo que es sin miedo al juicio de los
demás. Y aunque haya quienes detracten de la idea, otros simplemente nos
dejaremos llevar por la corriente de los cambios del siglo XXI.
Y no es que se haya perdido la vergüenza o el
respeto por los demás, verá usted, con estos nuevos vientos de libertad y
modernismo junto a la era digital; aunque no hemos cambiado en nuestras
necesidades primordiales como la comida, la comunicación y el sexo, la verdad
es que la humanidad ha aceptado situaciones que es muy posible que en su época
la santa inquisición nos hubiese juzgado por herejes.
Tal vez la humanidad no es mejor o peor que
antes, tal vez en su tiempo había cosas mejores que en el mio, pero esto mi
amigo, es lo que nos tocó a ambos. Y disculpe, no siento haber cumplido mi
objetivo, ¿pero para qué explicarle al
gran protagonista su historia?
Es mejor que de aquí en lo que viene usted la
viva, porque al final eso es lo único que importa: Vivir, así sea para morir de
amor. Y perdone lo cursi, si es que conoce la palabra.
Su amiga
Elseny.
Bibliografía:
-
Chrétien de Troyes, El caballero de la carreta
-Mi
pequeño Larrouse, Diccionario enciclopédico. Editorial Espasa Calpe.
-Peña
Hurtado Raul, Yepez Luis Rafael, Manual lengua y literatura. Editorial Escolar
1988.
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