miércoles, 24 de octubre de 2012

Pedrito y su sueño nublado



Por: Astrid Revilla 
Reflexiones/@Asscarolina

Había una vez una familia ilustre y de alcurnia, formada por Juana, María y Pedrito. Juana era la mamá de María y madre de crianza de Pedrito. Pedrito era un niño de tan solo 8 años con un sueño: ser verdaderamente amado, y María una niña de 4 años muy ingenua; ellos se criaron juntos y, por lo tanto, se amaban como hermanitos y eran muy juguetones. 

La señora Juana era una mujer elegante y gritona, que trabajaba en su propia empresa de cosméticos, por lo que su tiempo para los niños era muy escaso y los hermanitos pasaban juntos todo el día en su casa, cuidados por su niñera a quien llamaban sonrisita. 


Un día Pedrito y María jugaban a dar carreras dentro de la oficina de la empresa y Juana, molesta por la bulla y el desorden, tomó a los niños por el brazo, los saco ordinariamente del lugar y les dijo:

¿Hasta cuándo van a fastidiarme la vida?

María, la niña de tan solo 4 años, se puso a llorar y Pedrito miró a su mamá con resentimiento, mientras lloraba.

Juana sentó a ambos niños en una zona de castigo y les prohibió que se levantaran de allí; ellos estaban muy tristes en el sillón de castigo y ninguno de los 2 hablaba,  así pasó una hora, cuando de repente se asoma Juana y dirige su mirada a la niña y le dice:

¡Ven María vamos a la oficina!

Pedrito, el niño que tenía el sueño de ser verdaderamente amado, se puso muy molesto, tanto que sus cachetes se enrojecieron y tomó la osadía de ir, cautelosamente, a la oficina a ver qué hacia Juana con María. De repente se encontró que Juana besaba y consentía a María, esto causó mucho dolor a su corazón y allí, frente a la oficina, se quedó furioso, triste e inmóvil.

De momento, llegó su niñera y le preguntó qué hacía allí, pero él no contesto. Su corazón estaba lastimado. Su niñera sonrisita le preguntó a doña Juana qué había pasado con Pedrito y ella le dijo:

¡Él está castigado y no entrará a la oficina porque se portó muy mal!

Sonrisita salió de la oficina, cerró la puerta y cargó a Pedrito y le comenzó a contar una historia de nubecitas y cielos azules. Él olvidó, por momento, su tristeza y sonrió a carcajadas por los chistes de sonrisita, sin embargo; hubo un instante donde la risa se detuvo y él, nuevamente, recordó su desdicha y le preguntó a sonrisita con lagrimitas en su rostro:

Sonrisita ¿cuándo será el día que seré verdaderamente amado?

Sonrisita le sonrió y le dijo: Papá DIOS y yo te amamos muchooooooooooo y Pedrito, el niño de 8 años, abrazó y besó a su niñera encantadora de cuentos nublados.

Moraleja: Hay que amar a nuestros niños con amor sin igual. Sin diferencia alguna todos son especiales para ti y para DIOS.

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