Por: Isabel Andara
Periodismo/@andara12
Publicada en la revista Quórum Académico
Que cierren las librerías, quiebren las
discotiendas y haya poca asistencia en las salas de cine no significa que ya no
guste y se consuma la cultura.
Bajo este supuesto, comienza el estudio expuesto
en el libro Jóvenes, Culturas Urbanas y
Redes Digitales, coordinado por el profesor distinguido de la Universidad
Autónoma de México, Néstor García Canclini, el catedrático de antropología en
la UNED, Francisco Cruces, y la profesora e investigadora de la ENAH, Maritza
Urteaga, quienes aseguran que para entender el panorama completo y actual de la
cultura es preciso conocer sobre las nuevas formas de producción y consumo de
los jóvenes, así como el concepto de la nueva economía creativa.
Para ello, los coordinadores, junto a un
equipo multidisciplinario de antropólogos, comunicadores y artistas mexicanos y
españoles – la mayoría adscritos a la UAM y a la UNED- , desarrollaron este
ensayo de comprensión no convencional, compuesto de 13 artículos divididos en
dos partes. En este sentido, se entiende el libro como una conversación entre
dos ciudades creativas (México y Madrid) sobre cómo observan y describen la
reorganización cultural de nuestros días, poniendo énfasis en el retroceso de
las conocidas Industrias Culturales, en el rol de los jóvenes impulsadores de
nuevas tecnologías para la producción cultural y en el cambio de la lógica de
consumo.
De manera que la cultura se ha vuelto
una cuestión de tendencia y creatividad. En esta línea, la principal motivación de los estudiosos en Jóvenes, Culturas Urbanas y Redes Digitales
fue reformar las razones de las transformaciones de la Industria Cultural,
según ellos, equivocadas que han ofrecido, con herramientas viejas, ciencias como la antropología y la sociología,
al indicar como responsables a los cambios internacionales y al avance de la
empresa privada.
Por tanto, los investigadores, aun
cuando seleccionaron dos localidades, dicen que el fenómeno de las ciudades
creativas es internacional. En ellas los jóvenes trendsetter (establecedores de tendencias) realizan experimentos
intermodales, más allá de las fronteras disciplinares. De acuerdo a lo
planteado por los intelectuales, estos sujetos, con edades entre 20 y 35, son creativos, profesionales, emprendedores y con alto nivel educativo, que
haciendo uso de su competencia tecnológica y desarrollando estrategias nuevas,
como trabajos por proyectos, alianzas y colaboraciones, han modificado la vieja
noción de organización del campo editorial, musical y artístico.
No obstante, la reflexión de la
investigación va más allá. García Canclini asegura, en De la cultura postindustrial a las estrategias de los jóvenes, que
las prácticas emergentes están relacionadas con la estructura económica existente.
Atribuye como responsables de la emprendeduría juvenil a la crisis del desempleo y
a la incapacidad del modelo económico para incorporar a las nuevas
generaciones, pero éstas han sabido, según Francisco Cruces en su artículo Jóvenes y corrientes culturales emergentes,
protagonizar y sufrir los cambios, al trabajar por proyectos, alternar roles y
entrelazar sus gustos con el trabajo.
También, la obra incluye documentación
sobre experiencias, prácticas y modos de trabajos de los creativos y trendsetter, contada por ellos mismos.
El equipo científico planteó la hipótesis de la reorganización cultural, constituida
por novedosas formas de organización socioeconómica y tecnológica, para luego
proceder a probarla, mediante la aplicación de entrevistas en profundidad a los
creadores y observaciones etnográficas en sus viviendas, talles y exposiciones.
Determinaron que, aunque haya roles intercambiados, la adecuación de los
artistas visuales, los músicos y las editoriales independientes a esta era
regida por la creatividad y la tecnología es diferente de las de las ya
conocidas Industrias Culturales, pero siempre especifica en cada caso.
Así los estudiosos recogieron los
resultados en cada artículo, según su especialidad. Se puede citar a Verónica
Gerber Bicecci y Carla Pinochet Cobos cuando hablan en su trabajo titulado La era de la colaboración: Mapa abreviado
de nuevas estrategias artísticas de proyectos artísticos mexicanos con
inclusión de nuevos medios (tecnologías, Internet, redes sociales),
acercamiento a disciplinas adyacentes y realizados con colaboradores
incorporados, a través de Facebook y Twitter.
Mientras que la organización de los
jóvenes editores independientes en México, según Raúl Marcó de Pont Lalli y
Cecilia Vilchis en Antes el futuro también era mucho mejor. Jóvenes
editores, es similar a las de empresa familiares o de amigos, que producen
proyectos un tanto artesanales, sin ánimo comercial. Algo parecido se registró
en el análisis de actividades nuevas, emprendedoras y creativas como Vjs, Coolhunters, hackers.
En la música el escenario no será igual,
pero si parecido, ya que la producción no es vista como negocio, sino como arte.
El español Héctor Fouce Rodríguez refiere, en su artículo Entusiastas, enérgicos y conectados en el mundo musical, que ahora
la música es accesible para más madrileños, con la llegada de Internet y sus
plataformas de creación y difusión. El modelo mercantilista musical de las trasnacionales
cambió, ya no es rentable.
Todo esto es sólo un abreboca al
completo diagnóstico, contado por los actores en red y presentado en el libro Jóvenes, Culturas Urbanas y Redes Digitales.
Queda, entonces, extendida la invitación para revisar minuciosamente los
trabajos, entrevistas, estadísticas y gráficos de esta obra critica de la
teoría social conocida a cualquier lector interesado en las Ciencias Sociales, deseoso
de comprender las transformaciones a las que asistimos y de, por supuesto,
conocer los alcances de las prácticas emergentes, saber si sustituirán las
formas tradicionales o si lograrán convivir junto con éstas, en una sociedad
con novedosos esquemas de trabajos y oportunidades.
Coords. Néstor García Canclini/
Francisco Cruces/ Maritza Urteaga (2012)
Jóvenes, Culturas Urbanas y Redes
Digitales
Editorial Ariel/ Fundación Telefónica
Barcelona, España
Publicada en la revista Quórum Académico
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