Por: Elseny Martínez
Literatura/@elsenyelisel
La poesía garcilasiana
está empapada de Renacimiento no solo por el simple hecho de originarse durante
el siglo XVI sino porque una de sus características principales es que toma al
hombre como el centro de el universo. No veremos a un Garcilaso preocupado por
el destino de su alma después de la muerte, como sucedía en la edad media con
la mayoría de los escritores. Lo religioso pasa a segundo plano y el hombre
empieza a razonar sobre sus acciones, comienza a buscar en los orígenes de la
antigüedad y de los griegos sobre todo.
Otro
de los rasgos, quizá el más imperante en nuestro poeta, es la admiración de la mujer y el amor que aparecen idealizados como la
divinidad, así lo afirman Hurtado y Yepez, esto pertenece al amor cortés,
una relación prohibida donde el amante se desvivía por complacer a la dama, que
estaba casada con otro. Y que era enaltecida por el primero como una mujer
bella, sublime e inteligente capaz de arrastrarlo con solo una mirada.
También sigue el modelo
de la poesía italiana como la de Petrarca y Sannazaro.
“¡Oh
dulces prendas por mí mal halladas,
Dulces
y alegres cuando Dios quería,
Juntas
estáis en la memoria mía
Y
con ella en mi mente conjuradas!”
Soneto X de Garcilaso
“Oh
día, y hora, y ultimo momento
Oh
estrellas conjuradas para hundirme” Verso de Petrarca
Los
críticos relacionan estos versos y afirman que el poeta español fue influido
por el italiano Petrarca. De igual forma, Garcilaso toma a la naturaleza y la
constituye en uno de sus motivos de inspiración e idealización, siguiendo a
Hurtado y Yepez (1988). En el soneto XXIV menciona al Tajo, por poner un
ejemplo.
En
Garcilaso se puede notar la búsqueda de
lo griego, lo mitológico. No solo lo observamos en el soneto XIII donde sin
necesidad de relatar la historia del mito de Dafne y Apolo, el poeta dibuja la
transformación de la ninfa en laurel mientras Febo llora porque ya no podrá
poseerla. También menciona en otro soneto a Ícaro y Dédalo.
El aspecto más
influyente en el poeta fue su amor por Isabel Freire, el romance que tuvo fue
la musa inspiradora de casi todo el contenido emocional de su poesía. Según Hurtado y Yepez, las quejas de
Salicio y las añoranzas de Nemoroso son el reflejo de un amor no correspondido.
Difiero en la última parte. Prohibido sí, por el estatus de casada de la dama;
pero, no correspondido, me resisto a creerlo. Si así fuera, Isabel no habría
admitido tener un hijo en común con el poeta, ni éste lo hubieses nombrado en
su testamento. Garcilaso era ante todo
un caballero, jamás habría puesto en evidencia a su amada.
Por
otro lado, más allá de las características renacentistas que distinguen la
poética de Garcilaso, están por sobre
todas las cosas los temas humanos. Esa preocupación
por el amor, la muerte, el dolor de la separación y la desesperación que
produce la desesperanza, el deseo frustrado que mantiene viva la ilusión
pero que al mismo tiempo lo sumerge en el sufrimiento. Sabe que no podrá gritar
su amor pero aún así sigue sometido a un dolor que lo mantiene vivo y lo mata
poco a poco.
Precisamente
es lo que convierte al poeta en otro mortal. ¿Quién no ha querido amar y que lo amen intensamente? Y además, ¿Quién alguna vez no ha querido gritar que
ama cuando el corazón empeñado late fuerte por el ser amado? Pero ciertos
amores a veces se tornan imposibles por alguna circunstancia. Sin embargo,
¿quién puede mandar al corazón a desenamorarse? ¿Acaso no es él mismo quien maneja las riendas de Don amor, un caballo
desbocado? Entonces lo imposible se torna con matices de esperanza, nos lleva por tortuosos caminos y lo imposible
parece posible aún cuando se sufre por el ser amado. Desquiciada el alma toma
la vereda sin importar nada, cuando Don Amor es verdadero la razón es
destronada.
La
diferencia entre Garcilaso y el resto de los mortales es la manera de expresar
sus sentimientos a través de la poesía. Me pregunto cuántas mujeres se
sentirían alagadas si su pareja les dedicara un poema como el soneto V de
Garcilaso.
Pero la poesía no es muy
popular estos días.
El príncipe de los
poetas fue un alma triste, desgarrada por el sufrimiento provocado por la imposibilidad de
realizar su amor. A medida de que se leen los 40 sonetos se puede captar que el
poeta pasó por todas las etapas del amor y cada una la plasmó en sus
versos.
Existe
una lamentación continua producto del amor y deseo reprimido. Se llevarían
muchas cuartillas analizando los sonetos, y seguramente descubriríamos la
maravillosa pluma a partir del uso de un lenguaje poético mágico escrito según
la naturaleza del genio. Pero aquí tomaremos el soneto XXV porque es el
desgarramiento de un dolor profundo provocado por la desaparición física de la
amada.
“¡Oh
hado secutivo en mis dolores,
Como
sentí tus leyes rigurosas!
Cortaste
el árbol con manos dañosas
Y
esparciste por tierra fruta y flores
En
poco espacio yacen mis amores
Y
toda la esperanza de mis cosas
Tornados
en cenizas desdeñosas
Y
sordas a mis quejas y clamores
Las
lágrimas, que en esta sepultura
se vierten hoy y se vertieron, recibe,
aunque sin fruto allá te sean,
hasta
que aquella eterna noche oscura
me
cierre aquestos ojos que te vieron
dejándote
con otros que te vean.
He
aquí un gran tema de la literatura: la muerte. ¿Cómo reacciona el poeta ante el
fallecimiento de su amor? Cualquiera de nosotros habría escrito que estaba muy
triste y pesaroso porque la mujer amada se fue y no volverá. Pero para un poeta
esas palabras serían insustanciales, vacías. Demasiado elementales para
representar el profundo dolor por la pérdida.
Él
compara a su dama con las frutas y las flores, ambos términos representan la
vida, pero también dice que ahora ocupan un espacio tan pequeño en esa tumba y
que a la muerte no le servirá de nada llevarse esos frutos y esas flores porque
en la extinción está la nada y él solo espera el día de expirar para que otros
vean a la muerte a través de su propio fallecimiento.
El triste príncipe de
los poetas es un alma
sufrida que se lamenta por un amor imposible, y a través de su poesía no solo
muestra la genialidad de su don sino que aún después de la muerte el amor puede
seguir vivo e intacto, el verdadero amor.
Bibliografía:
- Historia
de la literatura española Tomo II. Obra dirigida por Jean Canavaggio, Ariel
1993.
- Lengua
y literatura. Raul Peña Hurtado y Luis Rafael Yepez 1988. Editorial Escolar
(Discolar)
- Garcilaso
de la Vega, Obra completa. Edición de Guillermo Suazo Pascual. Editorial
Edaf.2004.
Notas
[i] Es lo que se registra en la edición de Obras completas de Garcilaso de la Vega publicada por la editorial Edaf, de la mano de Guillermo Suazo. Edición de 2004
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