Por: Isabel Andara
Crónicas-Reflexiones/ @andara12
Las principales calles del centro de Maracaibo estaban vacías |
Culminadas las fiestas de Año Nuevo, me
dispuse a regresar a mi rutina cotidiana de trabajo. Es 2 de enero de 2013, a las 6:35 am. Estoy
en la parada del transporte público, esperando al bus (buseta, camión, micro) que
me llevará a mi destino. Sentía, contrariamente a otros días, tranquilidad,
pues confiaba en que el trayecto sería rápido y relajado.
Y
así fue. El tráfico de carritos y buses de la ciudad de Maracaibo (Venezuela) sin
colapso, las vías solitarias y la mayoría de los comercios cerrados- normalmente
ya están abiertos a esa hora-, me certificaron que este mes es “muerto”.
Meditando
en ello durante el camino, recordé una frase que ya le había escuchado a una
señora: “En enero, se acaba la bulla y
llega la pelazón.” Efectivamente, al
mes nadie lo quiere. Muchos no salen en estos primeros días, porque quedan “pelados” o están todavía
celebrando.
El viaje fue corto. Llegué
al centro a las 7:30 de la mañana, el gran eje comercial de la localidad, el
Casco Central, estaba, literalmente, pelado. No lo niego y lo admito: me
asombré, pues nunca había pisado ese lugar con esas condiciones.
El bus iba paseando por una Avenida
Libertador solitaria, sin buhoneros (comerciantes ambulantes), ni estudiantes
en la vía, y muy sucia. En cualquier
otro día, hubiese una tranca en la que, por lo menos, debía esperar 30 minutos
para poder salir del lugar.
Para mí fue extraño caminar normalmente por las aceras, en un día comercial. Y cuando alcancé a llegar a mi oficina, al fin, me avisaron que no trabajaría, que mi reincorporación estaba pautada para el lunes 7. Debía pasar nuevamente por el centro y pensé: “Ya debe haber un poquito más de gente.”
Lo cierto es que me
quedé esperando a la gente. A las 10:00 am, las calles por las que caminaba, un
poquitico más concurridas, mostraban al centro como en realidad es: Un lugar feo y desolado. O, por lo
menos, así lo percibí.
La
impresión me la dio la combinación de los “parabanes” de metal y los callejones,
esos que siempre andan abarrotados de compradores desesperados, vacíos. Los
pocos comerciantes que estaban vendían comida, obvio sino se les pierde.
Pocos expendían la ropa y los juguetes que no lograron vender en diciembre. Pude ver, aun así, ciertos, muy pocos, transeúntes buscando las conocidas “rebajas”, típicas de enero.
Pocos expendían la ropa y los juguetes que no lograron vender en diciembre. Pude ver, aun así, ciertos, muy pocos, transeúntes buscando las conocidas “rebajas”, típicas de enero.
La
acumulación de basura arrumada en plena vía, también era notoria. Es algo
“normal” en los mercados populares. Por allá veía pasar, a ratos, uno que otro
camión del aseo y otros que quitaban la propaganda política. Sin embargo, creo
que la cantidad de desperdicio ameritaba más unidades. El olor se tornaba insoportable.
Y
estas cosas las observaba mientras caminaba hacia la parada, cerca del centro comercial San Felipe,
pues el transporte público estaba prácticamente ausente. Escasas líneas
trabajaban para la hora.
Fue
aproximadamente a las 10:30 am que conseguí embarcarme en el micro y salir del
centro camino a casa. Me imagino que conforme pasaron las horas las cosas
descritas fueron, poco a poco, tomando su ritmo normal.
Y
en este punto me detengo y supongo que sé que la situación es bastante
conocida y hasta repetida. Dirán: “Ya
eso me lo sé, no es algo nuevo. Pero el cuadro que observé en el camino a
mis labores me hizo reflexionar en el
gran afán que agarramos, porque me incluyo, en la época decembrina.
Después de que se acaba todo, la gran
mayoría termina sin utilidades, endeudada y, en varios casos, cansada para
comenzar, con energía el nuevo año. No
critico. Yo también me vestí y comí en diciembre. Solo quise contar mi
experiencia, aun cuando sé que por contar esto, nada cambiará inmediatamente.
Es
algo que simepre pasa, está como establecido. Las primeras fechas comerciales y sociales del año son de
esta de manera. Según la tradición, la “vida
vuelve a la normalidad” después del 6 o 7 o quizás hasta más lejos. Claro,
nunca con la fuerza monetaria ni anímica del mes anterior.
Mis mejores deseos para ustedes, mis
lectores, en este nuevo año que comienza.
Fotos: Isabel Andara y Noticiaaldía.com
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