afp / alepo. 04/01/2013 - 10.52h
Toshifumi Fujimoto, un
conductor de camiones japonés, ha dejado la rutina de sus idas y venidas diarias
por unas vacaciones con altas dosis de adrenalina: se dedica a
matar el aburrimiento poniendo en juego su vida en las líneas del frente de la
guerra siria.
«Cada mañana me desplazo a una línea del frente»,
asegura, antes de posar junto a un grupo de combatientes rebeldes en la ciudad
vieja de Alepo, en el norte de Siria, escenario de combates particularmente
feroces desde hace más de seis meses.
«Voy solo porque ningún guía quiere llegar al frente y
yo quiero ir cada día. Es muy excitante y los subidones de adrenalina son
tremendos», declara este hombre con barba y 45 años, padre divorciado, que afirma
llevar en Japón una vida solitaria y monótona.
En una semana se ha movido por los barrios más mortíferos de
la metrópoli norteña armado con dos cámaras de fotos y una de vídeo, ataviado
con uniforme militar «del Ejército japonés». Ha acabado convertido en una
atracción local
Apenas habla inglés y menos todavía árabe y no
puede hacerse comprender más que a través del programa de traducción de Google.
«Voy a la primera línea con los soldados del Ejército Libre Sirio», que
integran la oposición armada al régimen del rpesidente Bashar Al Assad.
«Soy turista en zona de conflicto», reconoce este japonés, que en su
vida ordinara conduce un camión cisterna cargado de gasóil, de agua o
de chocolate entre Osaka, Tokio y Nagasaki.
Si algunos amantes de las sensaciones fuertes encuentran su
satisfacción saltando al vacío o pescando tiburones, Fujimoto consagra su
tiempo libre a pasearse por los lugares más calientes de Oriente Medio, con su
cámara en ristre y publicando en las redes sociales las fotos y vídeos
de sus vacaciones en el infierno.
En algunas de las imágenes de su perfil de Facebook se le ve haciendo fotos, en poses victoriosas junto
a los rebeldes e incluso disparando con las armas de los insurgentes.
Afirma haber pasado por Yemen en septiembre de 2012
durante los ataques a la
Embajada estadounidense, en El Cairo el año
antes durante el periodo posterior a la caída de Hosni Mubarak así como en Homs,
en el centro de Siria, a finales de 2011, donde marchó contra el régimen al
grito de «Alá hu Akbar» (Alá es grande). Tiene en cartera una viaje con los
talibanes en Afganistán.
Por Alepo se desplaza sin casco ni chaleco antibalas,
«demasiado pesados para correr». Este japones se toma su tiempo para
hacer sus fotos, mientras los rebeldes que le rodean le apremian diciéndole
«corre, corre, que hay francotiradores».
Entre samurai y kamikaze
«Yo no soy objetivo de los francotiradores porque soy un turista, no
como vosotros los periodistas», asegura. «Y no tengo miedo de que me
disparen o me maten. Estoy entre un samurai y un kamikaze». Dice que
no vende sus imágenes. Las cuelga en internet «para que mis amigos las vean».
Este amante de la caza y la pesca le ha dicho a sus jefes que se iba
de vacaiones a Turquía, «en caso contrario pensarían que estoy loco».
Fujimoto desembolsó unos 1.900 euros para llegar en avión a Turquía,
desde donde accedió de manera clandestina a territorio sirio, y paga 25
dólares al día al sirio que lo acoge y le deja conecatrse a internet.
Padre de tres hijas, no mantiene contacto con ellas «desde
hace más de cinco años. Ni por Fcebook, ni por internet, ni nada de
nada». Es lo único que le hace temblar la voz y soltar algunas lágrimas.
Vía: abc.es
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