jueves, 7 de febrero de 2013

Crónica: El arte de pedir un café en Maracaibo

Por: Fuentes 
Francis Blackman 


Entérense de lo que le pasó a Elpidio, un maracucho raja′o que se metió en uno  de esos cafés que abundan en la ciudad:

- Buenas tardes. Un café por favor...

- Buenas tardes. Bienvenido a este café, donde servimos el mejor café del mundo. Soy Alberto su «cofee tender» de turno. ¿En qué puedo servirle?


- Bueeenas taaardes, ––riposta Elpidio––

Le repito: un café por favor...

- ¿De qué tamaño lo desea?- Pequeño, sírvame uno pequeño.

-No tenemos pequeño. Tenemos tall, grande, gigante, súper grande y máximum...-¿Cuál es el más chico de todos ––responde Elpidio mientras piensa «por qué no pueden ponerle nombres normales a los tamaños de un vaso, piensa Elpidio»–.- Es el «tall»-¿Qué... «tall» no significa alto en Español?... Alto es igual a grande.

- No sabría decirle señor... ¿Cómo quiere su café?- (Elpidio suspira de resignación) Mmm... con leche.

- Sí, ¿pero lo quiere descafeinado, expreso, americano, puertorriqueño, italiano, colombiano, venezolano, brasileño…

- Yo lo que quiero es café, café, nada de descafeinado ni de otras cosas raras... un café normal con leche!

- ¿Late?

- ¿Qué? ¿Qué cosa es late?

- ¿Qué si lo quiere late?

- Lo que quiero es un café con leecheeee...! ¡No sé cómo le digan ahora!

- ¿Quiere agregar un sabor? Tenemos vainilla, caramelo, chocolate, canela, moka y el nuevo sabor del mes: chocobanana.

¿Cómo? No gracias, quiero un café... café más leche, o sea café con leche... café con leche y ya!

- Ok... déjeme ver... tengo leche de soya, leche condensada, leche evaporada, leche de coco, leche entera, descremada, semidescremada, sin lactosa, non-fat, crema líquida, en polvo y crema chantilly, todas de vacas contentas, orgánicas, no transgénicas y de empresas ecológicas, autosustentables y socialmente responsables...

- ¿Me estáis mamando gallo, verdad?- No señor.- Mira, mejor déjalo, sin leche... y no sé cómo le digan aquí al azúcar, pero si se puede, lo quiero con azúcar, y si eso es mucho problema pues me lo tomo amargo, sin azúcar...

- No, señor, cómo cree!... no es ningún problema, pero puedo ofrecerle azúcar glass, azúcar negra, estándar, refinada, de caña, de remolacha, orgánica, no transgénica, Splenda, sacarina, miel de abeja, miel de maple, fructosa...

- ¡Con azúcar, azúcar!, azúcar normal... ¡Jaibación!- Okey, señor... esteee... ¿Lo quiere frío o caliente?

- ¡Pues caliente... Es lo lógico.- Es que puede ser caliente, frío, con hielo, helado, frapucchino, o sea, con hielo frappé, con nieve de café, de chocolate, de vainilla, de moka y el nuevo sabor del mes: chocobanana...

- ¡Caliente! ¡Caliente!... No entiendo... ¡Qué desesperación!

- ¿Regular o cappuccino?

- Pues regular...- «¿Para aquí» o «para llevar»?

- ¿Cuál es la diferencia?

- Si es «para aquí» se lo puedo servir en taza de cerámica y si es para llevar se lo debo de servir en contenedor desechable.

Elpidio, esforzándose para mantener la calma «¿Y si es «para aquí» y lo quiero en contenedor desechable?»- Mmmmmm...

«Está bien se lo puedo servir «para aquí» en contenedor desechable.

––El mesero mueve la cabeza de un lado a otro en señal de reproche–– Disculpe, cuál es su nombre?

––Agarra un vaso desechable, una pluma y comienza a escribir mientras Elpidio miraba suplicante al cielo––.- ¿Mi nombre? ¿Para qué queréis mi nombre? ¿Acaso también tengo que mostrar mi cédula para comprar un café? ¿Qué les pasa, se han vuelto locos? «Está bien, me llamo Elpidio...».

- Muy bien, señor Elpidio. «Sale un café… café tall caliente, sin leche y sin el sabor nuevo del mes (chocobanana) y sin ningún topping, «para aquí», pero en contenedor desechable, con azúcar normal...

¿Alguna otra cosita? ––Elpidio mira al empleado de arriba a abajo con desprecio..

–– Gracias por venir a este lugar donde servimos el mejor café del mundo. Lo atendió Alberto, su «cofee tender» de turno... ¿Alguna otra cosa que pudiera hacer por usted?

- Se me ocurren algunas, pero mejor me callo.- Lo paso con mi compañero Roberto nuestro cajero de turno...

Elpidio camina un paso y se enfrenta a un sonriente cajero de turno llamado Roberto.

- ¡Buenas tardes! Bienvenido al sitio donde servimos el mejor café del mundo. Soy Roberto su cajero de turno, ¿en qué puedo servirle?

- Voy a pagar un café... ––Roberto está atento a su pantalla––.- Señor Elpidio, usted pidió un café tall caliente, sin leche y sin el sabor nuevo del mes (chocobanana) y sin ningún otro condimento, «para aquí», pero en contenedor desechable, con azúcar normal...

¿Es correcto? Elpidio mira en silencio y fijamente al cajero.- ¿No desea agregar a su compra nuestra promoción de la semana que son dos galletas por 9.90 o 3 galletas por 19.90? Tenemos de nuez de macadamia y de nuez de castilla, de avena con arándanos, de kiwi con fresas y el nuevo sabor del mes: chocobanana, que combinaría con su café si lo hubiera pedido de chocobanana...

Elpidio lo interrumpe con gritos desaforados–– ¡¡¡Noooooooooooo, solo quiero un caféeeee!!!...

- Está bien, señor Elpidio, son 100 bolívares.

Elpidio, vociferando y con la cara color púrpura «¿Quéeeeeeee? ¿100 bolívares por un café?» ––Elpidio mira intermitentemente a Alberto, a Roberto y los clientes del lugar––

«¿Saben qué? Cambié de idea .. ¡Ya no quiero ningún café y todos ustedes se van pa′tras del estadio!»..

.- Señor Elpidio, fue un placer atenderlo, soy Roberto, su cajero de turno. Que le vaya bien, esperamos que haya disfrutado su estancia y regrese nuevamente  para servirle el mejor café del mundo...».

Elpidio sale, se monta en el bus de Ruta 6 y al llegar al barrio donde vive va directo a la panadería de la esquina. El panadero, estaba muy ocupado, como siempre, revisando papeles y haciendo cuentas, sin levantar la vista.

- ¡Buenaaaaas.... Epa amigo sírvame un café con leche por favor...- Ahí en el mostradorcito está el termo ––le responde el panadero–– servíte vos mismo lo que queráis y aquí te cobro...

Es un bolívar.- Aquí tenéis el bolívar... ––Elpidio se siente atendido de lo mejor–– Gracias, mi hermano, mi mejor amigo... Que tú y toda tu familia sean muy felices por el resto de su vida...

El panadero observa asombrado a aquel hombre que se aleja con aire satisfecho, mientras toma el primer sorbo de su café con leche y exclama ¡A esta panadería viene cada loco!...

¡Quedó escrito. Epa, ya está.
Nos vamos!




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