Por: Astrid Revilla
Reflexiones/@Asscarolina
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Había una vez una familia ilustre y de
alcurnia, formada por Juana, María y Pedrito. Juana era la mamá de María y
madre de crianza de Pedrito. Pedrito era un niño de tan solo 8 años con un
sueño: ser verdaderamente amado, y María
una niña de 4 años muy ingenua; ellos se criaron juntos y, por lo tanto, se
amaban como hermanitos y eran muy juguetones.
La señora Juana era una mujer elegante y gritona, que trabajaba en su propia
empresa de cosméticos, por lo que su
tiempo para los niños era muy escaso y los hermanitos pasaban juntos todo
el día en su casa, cuidados por su niñera a quien llamaban sonrisita.
Un día Pedrito y María jugaban a dar
carreras dentro de la oficina de la empresa y Juana, molesta por la bulla y el
desorden, tomó a los niños por el brazo, los saco ordinariamente del lugar y
les dijo:
¿Hasta
cuándo van a fastidiarme la vida?
María, la niña de tan solo 4 años, se puso
a llorar y Pedrito miró a su mamá con resentimiento, mientras lloraba.
Juana sentó a ambos niños en una zona de
castigo y les prohibió que se levantaran de allí; ellos estaban muy tristes en
el sillón de castigo y ninguno de los 2 hablaba, así pasó una hora, cuando de repente se asoma Juana
y dirige su mirada a la niña y le dice:
¡Ven María vamos a la oficina!
Pedrito, el niño que tenía el sueño de ser
verdaderamente amado, se puso muy molesto, tanto que sus cachetes se
enrojecieron y tomó la osadía de ir, cautelosamente, a la oficina a ver qué
hacia Juana con María. De repente se encontró que Juana besaba y consentía a
María, esto causó mucho dolor a su corazón y allí, frente a la oficina, se
quedó furioso, triste e inmóvil.
De momento, llegó su niñera y le preguntó qué
hacía allí, pero él no contesto. Su corazón estaba lastimado. Su niñera
sonrisita le preguntó a doña Juana qué había pasado con Pedrito y ella le dijo:
¡Él
está castigado y no entrará a la oficina porque se portó muy mal!
Sonrisita salió de la oficina, cerró la
puerta y cargó a Pedrito y le comenzó a contar una historia de nubecitas y
cielos azules. Él olvidó, por momento, su tristeza y sonrió a carcajadas por
los chistes de sonrisita, sin embargo; hubo un instante donde la risa se detuvo
y él, nuevamente, recordó su desdicha y le preguntó a sonrisita con lagrimitas
en su rostro:
Sonrisita
¿cuándo será el día que seré verdaderamente amado?
Sonrisita le sonrió y le dijo: Papá DIOS y yo te amamos muchooooooooooo
y Pedrito, el niño de 8 años, abrazó y besó a su niñera encantadora de cuentos
nublados.
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